La libertad

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Miguel de Cervantes

sábado, 21 de septiembre de 2013

En defensa del sistema público de pensiones

Hoy me vais a permitir que os remita a un documento que me parece muy interesante y que ha sido elaborado por un grupo de economistas y juristas de izquierdas que, aunque parezca mentira, "haberlo haylos".
Yo ya me he adherido a él, así que os dejo en la parte derecha de mi blog, un enlace permanente al mismo.

LA SOSTENIBILIDAD DE LAS PENSIONES, PROBLEMA POLÍTICO, NO ECONÓMICO.
Pensamos que la manera de plantear un problema condiciona su solución. La sostenibilidad del sistema público de pensiones se ha planteado siempre, en unos casos por ignorancia y en otros por intereses espurios, de la peor forma posible. Se ha tratado  como un problema técnico cuando es un problema político. Se ha querido enmarcar como una cuestión de insuficiencia de medios, cuando en realidad el quid de la cuestión es la distribución de la renta. Se pretende que creamos que la sostenibilidad del sistema público de pensiones depende de “cuántos son los que producen”, cuando la variable importante es “cuánto se produce”.
Conscientes de que se trata de un problema político y no económico, consideramos que nuestro papel debe centrarse únicamente en desenmascarar los intentos de justificar mediante planteamientos aparentemente técnicos las posturas ideológicas previamente tomadas.
         Hace ya muchos años que todos los servicios de estudios de las entidades financieras y similares, apoyados y jaleados por los organismos internacionales, comenzaron a emitir informes acerca de la inviabilidad del sistema público de pensiones. La postura oscilaba desde los más radicales, demandando su sustitución por planes privados, hasta los medianamente posibilistas, que tan solo pretendían su reforma, de manera que los gastos sociales no se incrementaran e incluso se redujeran. Por citar tan solo un ejemplo, allá por 1993 la Fundación BBV contrató a treinta y cuatro sabios, expertos, técnicos para que estudiasen el tema de las pensiones. En realidad, querían que se pronunciasen sobre la viabilidad, más bien inviabilidad, del sistema público. Trabajaron durante veinte meses para llegar a la conclusión de la imposibilidad de mantener el sistema público si no se reformaba. Una vez más se empleó la expresiónquiebra de la Seguridad Social. El resultado de sus cálculos, que fueron facilitados a la prensa, consistía en el pronóstico de que para el año 2000 el desajuste entre ingresos y gastos de la Seguridad Social habría aumentado en una cantidad equivalente al 2% del PIB. ¿Cataclismo?, ¿quiebra? “Será incompatible con Maastricht”. Lo cierto es que el año 2000 llegó y no se produjo prácticamente nada de lo que pronosticaron. De hecho, se registró un superávit del 0,4%.
La argumentación de todos estos informes era similar: el incremento de la esperanza de vida y la baja tasa de natalidad dibujaban una pirámide de población que haría inviable en el futuro el sistema público de pensiones. Vaticinaban que en un determinado número de años se produciría la quiebra de la Seguridad Social. El tiempo ha ido transcurriendo y hemos llegado a las fechas fijadas sin que se cumpliese ninguno de sus pronósticos, lo que parece natural ya que no tuvieron en cuenta determinados factores tales como la incorporación de más mujeres al mercado laboral o el incremento en el número de inmigrantes. El estrecho encuadre de las proyecciones demográficas y el hecho de considerar solo la población total no pueden constreñir el complejo problema de la viabilidad de las pensiones. A cualquiera se le ocurre que al menos otra variable, la tasa de actividad, tendrá algo que ver en la solución.
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domingo, 15 de septiembre de 2013

El PSC ha perdido el norte

Alfredo Pérez Rubalcaba y Pere Navarro
Y el sur, y el este y el oeste. O al menos lo ha perdido su primer secretario, el, por mucho que me pese, compañero Pere Navarro. El bueno de Pere se ha despachado esta mañana con que  "sería bueno que la corona arbitrara esa segunda transición democrática, protagonizada por los partidos", y que "sería una posibilidad" que la Corona ejerciera ese papel de mediación.
¡Lo que me faltaba por ver! en este caso, oír. Sobre todo cuando, hace solo unos meses, el ínclito compañero se destapó diciendo que el Rey estaba más o menos que "chocho".
Lo que tienen que hacer los compañeros del PSC es aclararse de una puñetera vez sobre su posición con respecto a la independencia de Cataluña, y dejarse de pamplinas sobre su apoyo al derecho a decidir. Esto último no es más que un desideratum que no nos lleva ningún sitio.
Como muy bien escribe hoy Javier Cercas en EL PAÍS SEMANAL, "se puede ser demócrata y estar a favor de la independencia, pero no se puede ser demócrata y estar a favor del derecho a decidir, porque el derecho a decidir no es más que una argucia conceptual, un engaño urdido por una minoría para imponer su voluntad a la mayoría."
El PSC hace mucho tiempo que perdió su visión de lo que significa ser un partido de izquierdas, y se dejó arrastrar al terreno del nacionalismo más rancio, olvidando que socialismo y nacionalismo son dos conceptos incompatibles.
Hace ya muchos, pero que muchos años, cuando uno recibía sus primeras lecciones de política en la clandestinidad del franquismo, recuerdo que una de las primeras cosas que aprendí es que el único freno al capitalismo más crudo e inhumano era la unidad de los trabajadores del mundo; que yo tenía más cosas en común con un maestro francés, alemán o ugandés, que con un terrateniente palentino, castellano (entonces aún no se había elaborado el término castellano y leonés) o español.
Esta deriva del PSC nos ha llevado a que, en la actualidad, muchos catalanes manifiestan abiertamente que ellos no pueden votar al PSOE, porque este partido no se presenta en Cataluña.
Así que, compañero Pere y compañeros de la dirección del PSOE, dejad de hacer y decir tonterías, poneros las pilas y redifinir de un puñetera vez nuestros papeles. De no hacerlo, España lo pagará muy caro.