DIARIO PALENTINO 28.02.2018 |
El día de Navidad del año 1559,
tras cuatro meses de estar reunido, el Cónclave eligió Papa a Giovanni Angelo
Medici, sin ninguna relación con la poderosa familia florentina del mismo
apellido, que adoptó el nombre de Pío IV. Con tres hijos naturales que nunca se molestó en ocultar,
este Papa sociable y tranquilo, consiguió concluir los trabajos del Concilio de
Trento y recuperó para Roma la tradición renacentista de proteger a artistas y
eruditos. A pesar de estos logros, pasará a la historia del arte como el
promotor del imbraghettamento, el
cubrimiento con telas pintadas de los órganos sexuales de las grandiosas
figuras pintadas, entre otros grandes artistas del Renacimiento, por Miguel
Ángel Buonarroti en la Capilla Sixtina.
En
la magistral parodia de la sociedad española del siglo XVII que dibuja Gonzalo
Torrente Ballester en su novela “Crónica del rey pasmado”, llevada al cine por
Imanol Uribe con el título de “El rey pasmado”, se narra la crisis de estado
que se produce cuando el rey Felipe IV, interpretado por el actor Gabino Diego,
manifiesta la intención de ver a su mujer, la jovencísima Isabel de Borbón,
desnuda. La crisis adquiere tales dimensiones, que el Gran Inquisidor convoca
una cumbre de teólogos para tratar y analizar el asunto. En una escena de la
película, se ve al Rey pidiendo las llaves de un cuarto especial donde se
guardan extraordinarios cuadros de las colecciones reales, ocultos a los ojos
del público por su contenido de figuras desnudas.
En
el siglo XVI, el Papa tiene tres hijos naturales, y en el XVII el Rey se va de
putas, y no pasa nada. Pero el Papa ordena tapar las vergüenzas de las pinturas
de la Capilla Sixtina, y la Santa Inquisición se reúne para estudiar si el Rey
puede o no puede ver a su mujer desnuda. Un poco raro ¿no? Pues no tanto.
En
pleno siglo XXI estamos a un paso de repetir estas situaciones que nos parecen
grotescas y anacrónicas. Cuando los historiadores de siglos venideros estudien
los primeros años del presente siglo,
dejarán constancia de que, en ese tiempo, políticos que roban y que se saltan
las leyes, son vueltos a elegir una y otra vez con el voto mayoritario de los
ciudadanos. Y que a la vez, con un cinismo que asombrará a las generaciones
futuras, son juzgados, multados y hasta encarcelados, escritores, cantantes y
otros creadores artísticos por culpa de unos censores y unas leyes que
pretenden limitar y cercenar la libre creación artística y la libertad de
expresión garantizada en la Constitución de 1978.
En
esta España nuestra, parecemos vivir un permanente “Día de la marmota”. Estoy
absolutamente convencido que muchas de las películas, novelas, revistas, obras
de teatro, pinturas y otras creaciones artísticas de los años ochenta del siglo
pasado, acarrearían en este momento la acción de la censura, y darían con los
huesos de sus autores en la cárcel, o como mínimo, con una buena multa, y con
sus obras retiradas y guardadas en el cuarto oscuro.
¿Terminará
teniendo que pedir el actual rey Felipe VI, homónimo de su antecesor del siglo
XVI, las llaves del cuarto para poder contemplar o leer las obras retiradas de
la circulación por los modernos censores? Si la ciudadanía no reacciona a
tiempo, así será.
Para
que esta situación no llegue a producirse, es urgente e imprescindible la
derogación de la Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la
seguridad ciudadana, con razón conocida como “ley mordaza”. Pero no es
suficiente. Para conseguir revertir esta peligrosa tendencia, es preciso que
los ciudadanos de este país no olvidemos nunca que la libertad es un bien que
solo se echa de menos cuando se pierde. Y es también, muy importante, que no
olvidemos el texto “Ellos vinieron”, del pastor luterano alemán Martin
Niemöller, no del Bertolt Brecht: “Primero
vinieron a buscar a los socialistas, y yo no dije nada,/porque yo no era un
socialista./Luego vinieron para los sindicalistas, y yo no dije nada,/porque yo
no era un sindicalista./Luego vinieron a buscar a los judíos, y yo no dije
nada,/porque yo no era judío./Luego vinieron a buscarme, y no quedó nadie para
hablar por mí." Así que, atentos.
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