La libertad

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Miguel de Cervantes

martes, 11 de junio de 2013

Las llaves de San Pedro

El único estado teocrático que queda en Europa lleva en su bandera, amarilla y blanca, un escudo en el que se representan dos llaves cruzadas atadas con un cordón y una tiara imperial.
Las llaves entrecruzadas son las llaves de San Pedro. La llave amarilla además representa al poder espiritual de la Iglesia Católica y la gris su poder temporal. El cordón es el símbolo del vínculo entre los dos poderes. Las llaves son, desde el siglo XIV, símbolo de la Santa Sede. La tiara está compuesta por tres coronas que representan las atribuciones del papa como "pastor", "maestro" y "supremo sacerdote" de la Iglesia.
Este es su significado oficial e histórico, pero en la España de nuestros días, también podrían tener otro más actual y contemporáneo.

En efecto, la Iglesia católica ha monopolizado históricamente en España "la llaves de las almas", puesto que no ha tenido la competencia de ninguna otra creencia religiosa desde los Reyes Católicos y, pese a tener que rivalizar a partir del siglo XIX con otros universos simbólicos que no admitían su prerrogativa de la verdad, la sociedad española ha conservado la raíces católicas, gracias a la confesionalidad del estado, hasta finales del siglo XX.
También ha dispuesto de las "llaves de las arcas" mientras fue un estamento privilegiado y, aunque las perdió con la revolución liberal, siguió teniendo a mano el "llavero" gracias a la indemnización obtenida a partir de los concordatos de 1851 y 1953, que ha continuado, por otra vía, con los acuerdos parciales de 1979.
A estas dos llaves, de las almas y de las arcas, se sumó la compensación más importante y destacada que le podía hacer el poder civil: la entrega de lo que puede calificarse de "llave de las aulas". Esta última llave, que es de una importancia capital para cualquier creencia religiosa, pues las aulas y la educación son un lugar privilegiado para perpetuar su influencia social y moral, o para consolidar su capital simbólico, ha estado en poder exclusivo y excluyente de la Iglesia Católica desde el siglo XIV; continuo con la Ley Moyano de 1857 y ha permanecido en sus manos, con breves excepciones temporales durante la II República, hasta nuestros días.

Si la insolidaria y excluyente Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) se aprueba finalmente tal y como está en la actualidad, la jerarquía de la Iglesia Católica española tendrán en sus manos, las llaves, el llavero, los candados y las cerraduras de la educación en España.
Y el artículo 16 de la Constitución de 1978, seguirá siendo papel mojado.


Constitución española de 1978
Artículo 16
1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.
2. Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.