La libertad

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Miguel de Cervantes

martes, 29 de enero de 2013

Cuatro años más tarde

Cuatro años y tres meses después, 184 entradas y 30.000 visitas. Cuando comencé en noviembre de 2008, nunca pensé llegar tan lejos.
Gracias a todos los que me habéis leído en este tiempo y gracias también por vuestros comentarios, tanto lo favorables como los contrarios.
Gracias también porque en todos estos años, no he tenido que eliminar ningún comentario, aunque alguno haya estado al borde del insulto.
Espero seguir otros cuatro años más, como mínimo.
GRACIAS DE NUEVO

martes, 22 de enero de 2013

El sábado ha sido instituido para el hombre, y no al revés

Hace unos días, asistí en una parroquia palentina al funeral por el padre de un buen amigo. Dada mi infrecuente presencia en actos religiosos de cualquier índole y creencia, cuando asisto a alguno de ellos suelo prestar atención a las palabras del oficiante. En esta ocasión una de las lecturas del sacerdote, católico por supuesto, fue la que transcribo a continuación, correspondiente al Evangelio según San Marcos (Mc 2 23-27): Y sucedió que un sábado cruzaba Jesús por los sembrados, y sus discípulos empezaron a abrir camino arrancando espigas. Decíanle los fariseos: “Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?” Él les dice: “¿nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre, como entró en la Casa de Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban con él?” Y les dijo: “El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado.” (Lo resaltado en negrita es mío)

Mientras el cura repetía, con mayor o menor fortuna, las consabidas palabras de ánimo y consuelo para los deudos del difunto, y recurría al manido consuelo para los creyentes de que todo lo que hemos sufrido en este mundo tendrá su recompensa en el “más allá”, que dios escribe recto con renglones torcidos, etc., a mi me venía a la cabeza la carga de sublevación y rebeldía que la frasecita de marras encerraría, si es que de verdad alguien la pronunció, en aquellos tiempos regidos bajo los estrictos mandatos de la ley judaica.

El sabbath era, y es, para los judíos creyentes y practicantes el día sagrado dedicado solo y en exclusiva a dios, estando absolutamente prohibido realizar ninguna otra tarea, y así lo recogen cientos de citas en la Biblia: “Guardad el sábado, porque es sagrado para vosotros. El que lo profane morirá. Todo el que haga algún trabajo en él será exterminado de en medio de su pueblo. Seis días se trabajará, pero el día séptimo será día de descanso completo consagrado a Yahvé. Todo aquel que trabaje en sábado morirá” (Éxodo 31 14-15).

Solamente nos podemos hacer una muy ligera idea de lo que esta frase tiene de subversiva y revolucionaria, en boca de un “presunto Mesías”. Estaba cuestionando, ni más ni menos que uno de los preceptos más sagrados del judaísmo, la obligación de dedicar un día a la semana a su dios. Es decir, en el fondo estaba poniendo en cuestión el poder de los sacerdotes para erigirse en legisladores y organizadores de la vida de los hombres.

Y también me puse a pensar en cómo han tergiversado este mensaje de rebeldía los jerarcas de la Iglesia Católica, que pretenden ser, en exclusiva, los intérpretes actuales de las palabras de su fundador.

Frente al mensaje del inspirador del cristianismo de que el sábado, es decir la religión, está instituido para el hombre, y no al revés, la mayor parte de la jerarquía católica pretende hacernos tragar con que, en realidad, el hombre está para servir a la religión. Según ellos, primero está su religión y sus preceptos y obligaciones, y después está el hombre, obligado y sometido a los mismos, sin pararse a pensar si esos preceptos son absurdos o no.

Pretenden ser ellos, a imagen y semejanza de lo que hacían los sacerdotes judíos de hace dos mil años, los que dicten las normas legales que han de regir en la sociedad actual. Pretenden, olvidando de manera flagrante y vergonzosa lo que su fundador respondió a los fariseos, que el hombre está instituido para los preceptos y normas que ellos dictan, y no al revés.

En el fondo, y en la superficie, añoran el poder que antaño tuvieron los Sumos Sacerdotes; e incluso tienen una pecadora envidia a lo que ocurre en la actualidad en muchos países del mundo árabe en los que rige de forma total y exclusiva la sharia, el código detallado de conducta y los cánones que describen los modos del culto, pero también los criterios de la moral y de la vida, las cosas permitidas o prohibidas, las leyes separadoras entre el bien y el mal.

¡Lo qué cuestan olvidar los más de cuarenta años de nacional catolicismo!

viernes, 18 de enero de 2013

Sindicalistas en la línea de fuego

Circula por la red y mediante correos electrónicos, un artículo titulado "Sindicalistas en la linea de fuego, dudas razonables" que se atribuye a Iñaki Gabilondo. Creo poder afirmar que no es Iñaki el autor del citado artículo, aunque, seguramente, la falsa atribución esté relacionada con uno de sus video blog, en concreto el del día 16 de noviembre de 2012, en el que expresaba una opinión muy similar a la del susodicho artículo.

Ver "La voz de Iñaki" 16.11.2012, pulsando aquí

Llevaba yo cierto tiempo pensando en escribir algo en relación con el ataque furibundo que sindicatos, partidos políticos y política en general están recibiendo por parte de la derecha política y mediática, y que está calando en la población de forma peligrosa. Me han ahorrado el primero. Así que, publico íntegramente el artículo citado sobre el ataque a los sindicatos, que comparto sustancialmente, y en otro momento me animaré a escribir sobre el que están sufriendo los partidos.


Sindicalistas en la línea de fuego, dudas razonables

Nueva moda. Rajar de los sindicalistas. Algo fácil y barato, por cierto. Lo llevan en la solapa ciertos políticos, lanzando mensajes subliminales sobre su actual falta de utilidad para los trabajadores, politización, corrupción, derroche económico… Resulta curioso: Los mismos que alientan al escarnio público, suelen lanzar piedras cargadas por sus propias mezquindades.

Además, la destrucción del sindicalismo hace mucho más fácil la labor de los gobernantes, sin movilizaciones ni huelgas, especialmente la de quienes dirigen tras la cortina. Qué bien estaríamos si no existieran los sindicatos, piensan algunos.

El problema es que esa frase por la que suspiran los gobernantes "Qué bien estaríamos sin sindicatos" empieza a calar entre la gente de a pie, con un discurso cargado de improperios, gritos, oportunismo, mala leche y, sobre todo, un enorme vacío de argumentos que se resume en: "Para lo que hacen, mejor que no hagan nada", "Por mi los echaba a todos y los ponía a trabajar", "Están vendidos, no se mueven, no están con los trabajadores"… Luego terminan reservándote para el final el placer de oír la raída historia de: "Conozco a uno que está de liberado sindical…".

Confesar ser liberado sindical, en estos tiempos que corren, es un auténtico pecado capital. Mejor inventar cualquier otra cosa antes de que te descubran. Te pueden acechar en cualquier esquina, a cualquier hora: sacando dinero, haciendo la compra, recogiendo a tus hijos en el colegio… Cualquier lugar y excusa es buena, para utilizar como insulto la palabra "sindicalista".

Se puede ser banquero chupasangre, se puede ser político en cualquiera de sus muchos cargos (concejal, alcalde, o delegado provincial…) y trincar todo lo que se quiera, aceptar sobornos y trajes, realizar chantajes, revender terrenos públicos, recortarle el sueldo a los trabajadores o directamente despedirlos sin indemnización… Se puede, incluso, aumentar el recibo de la luz a los pensionistas hasta asfixiarlos, o salir en fotos besando niños y ancianos mientras los colegios y asilos se caen a trozos, cobrar dos o tres sueldos en tres cargos diferentes, declarar a hacienda que se está arruinado mientras se cobra de mil chanchullos distintos, para que su hijo obtenga la beca que le permita comprarse una moto a costa del Estado.

En este maldito país se puede ser lo que se quiera, pero no sindicalista.

Nadie se acuerda ya de la última huelga, aquella en que nadie de la empresa fue, excepto los dos afiliados que perdieron el sueldo de aquel día, para que luego se firmara un acuerdo que les subió el sueldo a todos. Incluso a aquellos que escupieron sobre la huelga.

O de Luís, ese hombre que estuvo 30 años cotizando, y que gracias a la pre-jubilación que se consiguió en su momento, puede ahora, con 60 años y despedido de su puesto, tirar para adelante sin necesidad de buscar un trabajo que nadie le ofrecería.

Recuerden también a Marta, la chica de 23 años que estuvo aguantando un jefe miserable con aliento a coñac, que le obligaba a hacer más horas extras para tener un momento de intimidad donde poder acosarla mientras le recordaba cuándo le vencía el contrato. Hasta que su mejor amiga la llevó al sindicato y, gracias a una liberada sindical, ahora el tipo ha tenido que indemnizarla hasta por respirar.

Son muchos los que les deben algo a los sindicatos, y a los sindicalistas: El maestro que pudo denunciar al padre que le pegó en la puerta del colegio, los trabajadores que consiguieron que no les echaran de la RENAULT, la chica que pudo exigir el cumplimiento de su baja por maternidad en su supermercado…Porque también fue una liberada sindical la que se puso al teléfono el día en que despidieron a Julia, la chica de la tienda de fotos, y le ayudó a ser indemnizada como estipulan los convenios; y aquel otro joven que movió cielo y tierra para arreglarle los papeles al abuelo para procurarle una paga medio-decente, porque los usureros de hace 30 años no lo aseguraban en ningún trabajo. Para qué recordar las horas al teléfono escuchando con paciencia a cientos de opositores a los que no aprobaron, gritando e insultado porque en el examen no les contaron 2 décimas en la pregunta 4. O el otro compañero sindicalista, el que denunció a la constructora que se negaba a indemnizar a la viuda de su amigo Manuel, que trabajaba sin casco.

Ya nadie se acuerda de dónde salieron sus vacaciones, los aumentos de sueldo que se fueron consensuando, el derecho a una indemnización por despido, a una baja por enfermedad, o a un permiso por asuntos propios.

Esta sociedad del consumo, prefiere tirar un saco de manzanas porque una o dos están picadas, por muy sanas que estén el resto. Los precedentes televisivos: entrenadores de fútbol, famosos de la exclusiva en revistas, y demás subproductos, se convierten en clinex de usar y tirar dependiendo de las modas… Ahora, en un momento en que los trabajadores deben estar más juntos, arropados y combatientes contra quienes realmente les explotan, aparecen grietas prefabricadas en los despachos de los altos ejecutivos, ávidos de hincar más el diente en el rendimiento de la clase trabajadora.

¿Quién tirará la primera piedra? ¿Serán los políticos gobernantes, o los banqueros quienes hablarán de dejadez o vagancia? ¿Tendrán capacidad moral los jueces o los periodistas, de hablar de corrupción en las demás profesiones? ¿Serán más idóneos para iniciar lapidaciones, los super-empresarios del ladrillo? ¿En qué profesión se puede jurar que no existen vagos, corruptos, peseteros, o ladrones? ¿Preguntamos mejor entre la Iglesia o la Monarquía…?.

Pero qué fácil resulta rajar en este país. Siembra la duda, y obtendrás fanatismo barato.

Qué bien asfaltado les estamos dejando el camino a quienes realmente nos explotan cada día. ¡Acabemos con los sindicatos! Sí. Dejemos que la patronal y los bancos regulen los horarios, las pensiones, los sueldos, las condiciones laborales y los costes del despido. Verán cómo nos va a ir con la reforma del mercado laboral, cuando los sindicatos dejen de existir y no puedan convocarse huelgas ni manifestaciones.

Verán qué contentos se pondrán algunos cuando sepan que ya no estarán obligados a pagar las flores de los centenares de trabajadores que mueren todos los años, a costa de sus mezquindades.


(Lo resaltado en negrita y cursiva, es mío)

miércoles, 16 de enero de 2013

Por qué sigo en el PSOE


Últimamente algunos amigos y muchos compañeros del Partido, unos con buenas y otros con no tan buenas intenciones, me preguntan por qué, si lo que escribo y opino en distintos foros y lugares es de verdad lo que pienso, sigo siendo afiliado del PSOE. Por qué no sigo el camino de otros compañeros –y sin embargo amigos- que se han dado de baja, unos discretamente y otros con publicidad incluida, algunos de estos últimos sin que esta publicidad hubiera sido buscada por ellos.

A los que me lo preguntan de buena fe, trato de darles mis razones; y no sé muy bien si las comparten pero, al menos, parece que las entienden. A los otros, a los que me lo preguntan con la intención no confesada de que me largue de una puñetera vez y los deje tranquilos, a esos, ni pío.

Hoy voy a intentar poner por escrito esas razones, más que nada para leerlas yo mismo e intentar enterarme, de una vez por todas, si son de suficiente peso para continuar en el Partido al que pertenezco desde hace más de treinta y cinco años. Desconozco si a alguien le importarán o no estas reflexiones, pero como este blog es mío, las publico y punto. Y al que no le guste, lo siento mucho pero, a aguantarse tocan. Así que, ¡ahí van!

Continúo en el PSOE porque sigo creyendo que “El trabajo es la fuente de vida de las naciones. El capital es el fruto del trabajo. La propiedad del fruto del trabajo es, en general, el móvil de todas las acciones humanas. De la forma que revista la propiedad, del modo como se verifique la producción y el reparto de la misma dependen la paz y la felicidad de las sociedades.” (Del Manifiesto-Programa del Partido Socialista Obrero Español. 5 de octubre de 1879)

Porque pienso que, hoy más que nunca, sigue estando vigente lo que escribieron mis compañeros socialistas de Barcelona en el año 1881, en sus propuestas para el Manifiesto-Programa del PSOE: “Para el hombre, no conocemos fronteras; de oriente a occidente, de norte a sur; la humanidad es una, y uno debe ser el respeto y la estimación que por ella debe tenerse. Patrimonio de ella toda y no de un número determinado, son los principios de moral universal, fraternidad y solidaridad humana.”

Porque estoy convencido de que, con la lógica actualización del leguaje a las circunstancias de nuestro tiempo, sigue siendo válido: “En suma, el ideal del Partido Socialista Obrero Español es la completa emancipación de la clase trabajadora; es decir, la abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores, dueños del fruto de su trabajo, libres, iguales, honrados e inteligentes”. ¡Casi nada!

Porque creo que ante la crisis sistémica que está viviendo la sociedad actual, la existencia de un Partido con propuestas concretas y distintas a las de la derecha económica y política, con nuevas personas capaces de ilusionar a una sociedad que está perdida y sin claros referentes de izquierdas y progresistas, con procedimientos internos adaptados a un mundo en el que la comunicación y la participación está globalizada, en definitiva, un PSOE renovado de los pies a la cabeza, pero sin perder de vista los referentes históricos a los que me he referido antes, es más necesario que nunca en este país. Un país que camina, en lo económico, en lo social y en lo político, hacia el abismo de la exclusión social, la marginación de grandes capas de nuestros conciudadanos, la insolidaridad entre las personas y los territorios, el desprestigio de los políticos y de la política, en resumen, al desprestigio de la democracia representativa, con el peligro de la aparición de los típicos salvapatrias, totalitarios y fascistas, que florecen como setas en esas situaciones.

Mi Partido necesita hacer un análisis serio, riguroso y en profundidad de lo acontecido en esta sociedad durante estos últimos años. Tenemos que ser capaces de defender todos los logros conseguidos en este país con gobiernos socialistas, que son muchos y muy importantes. Pero, simultáneamente, tendremos que reconocer, analizar y no volver a caer en los errores cometidos. Ante el furibundo ataque del neoliberalismo al estado de bienestar, tendremos que construir alternativas progresistas y de izquierdas para salir de esta crisis. Tendremos que modificar sustancialmente nuestras normas de funcionamiento. No es posible que en la era de la comunicación global e instantánea, sigamos celebrando reuniones “secretas” de nuestros órganos de participación y de dirección. Si queremos que los ciudadanos se vuelvan a sentir atraídos por nuestras propuestas, debemos hacerlos partícipes de las mismas. Tenemos que implantar un sistema de elecciones primarias, tanto para los cargos internos, como para la elección de candidatos, estas últimas abiertas a simpatizantes.

Y todo eso lo tienen que liderar nuevos dirigentes. En estos momentos de la “película”, los socialistas podíamos descubrir la cura definitiva del cáncer o del SIDA, que si salían a explicarlo muchos de nuestros actuales dirigentes, no nos lo compraba nadie. Esto, nos guste o no, e independientemente de la valía personal de muchos de ellos, es una realidad indiscutible y ratificada mes a mes por todo tipo de estudios sociológicos y encuestas. Unas horas después de que nuestro secretario general afirmara en el Comité Federal  que “estamos mejor que hace un año”, -reunión “secreta” en la que por cierto muy pocos osaron analizar críticamente nuestra situación- una encuesta de Metroscopia para EL PAÍS aseguraba que Alfredo Pérez Rubalcaba inspira menos confianza que Mariano Rajoy, y su gestión como líder de la oposición tiene menos aprobación que la del presidente del gobierno ¡Manda huevos! Han perdido el norte, el sur y todos los puntos cardinales.

Soy consciente de que esto mismo lo piensan y sienten muchos compañeros y compañeras, aunque no compartan conmigo la necesidad de que se produzcan cambios en las formas, en el programa y en las personas que tienen que desarrollarlos. Al menos así me lo han manifestado algunos en muchas ocasiones. Otros están radicalmente en contra de estos planteamientos; unos porque sinceramente creen que estoy equivocado; otros porque, si admitieran que estas posturas son las correctas, serían los primeros en tener que marcharse. Y como dijo en una ocasión Alfonso Guerra “fuera hace mucho frío”. Pero también soy consciente de que mi postura es claramente minoritaria en las Asambleas, por lo menos en estos momentos.

Así que, ¡aquí me tenéis! Convencido de mis ideas, cada día más solo que la una, pero aguantando hasta que la mayoría de mi Partido se dé cuenta de su error. Yo seguiré defendiéndolas dentro y fuera del Partido. Y si a algunos, o a muchos, no les gusta, lo siento en el alma.

domingo, 6 de enero de 2013

Doña "Espe" y el convicto Carromero

Fotografía de EL MUNDO
El pasado 1 de enero, la ínclita lideresa doña Esperanza Aguirre, ejemplo de liberal moderna y aguerrida, se despachaba a las puertas de la cárcel de Segovia tras visitar en la misma al dirigente del PP don Ángel Carromero condenado en Cuba a cuatro años de prisión por homicidio imprudente, diciendo que "no reconoce "justicia ninguna en la isla de Cuba", una "tiranía que hoy justo cumple 54 años de estar oprimiendo a todo un pueblo" y considera que lo que ha pasado Ángel Carromero ha sido una "tortura".
¡Ahí queda eso!
Llevo unos días dándole vueltas al tema y bastante preocupado, pues no es normal que esté de acuerdo con doña Espe, y ocurre que en este caso, y al menos en el principio jurídico que puede inspirar estas palabras, ¡sí que lo estoy!
Me explico. Solamente en los sistemas democráticos en los que la separación de poderes está garantizada, la Justicia es una verdadera justicia. Por lo tanto, y en principio, estoy dispuesto a admitir que lo de Cuba es una justicia poco o nada legitimada desde un punto de vista democrático.
Ahora bien, cuando recuerdo lo que la susodicha ha despotricado contra la Ley de  la Memoria Histórica y contra las peticiones de justicia de los miles y miles de familiares de víctimas del franquismo, se me caen los palos del sombrajo.
Porque si doña Esperanza fuera coherente, cosa que evidentemente no es, no solo tendría que apoyar estas reivindicaciones, sino que tendría que ponerse a la cabeza y solicitar urgentemente que se anulen y se revisen todas y cada una de las sentencias que se produjeron en España durante los casi cuarenta años de la dictadura del general Franco, tan poco democrática e igual de cruel y opresora que la dictadura comunista que ahora tan ardorosamente denuncia.
Pero eso, no, ¿verdad doña Espe? eso no era una dictadura; o si lo era, "eran sus dictadores".
Pero es que, la lideresa, ha continuado desbarrando cuando ha afirmado que su amiguito y correligionario Carromero, debe salir inmediatamente de la cárcel porque ha sido condenado por algo que en España no es delito.
Por favor, doña Esperanza Fuencisla Aguirre y Gil de Biedma, condesa consorte de Murillo y grande de España, como licenciada en Derecho, le aconsejo revise el Código Penal vigente, y dé un repasito a su artículo 142:
Art. 142. 1) El que por imprudencia grave causare la muerte de otro, será castigado, como reo de homicidio imprudente, con la pena de prisión de uno a cuatro años. 2) Cuando el homicidio imprudente sea cometido utilizando un vehículo a motor, un ciclomotor o un arma de fuego, se impondrá así mismo, y respectivamente, la pena de privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores o la privación del derecho a la tenencia y porte de armas, de uno a seis años. 3) Cuando el homicidio fuere cometido por imprudencia profesional se impondrá además la pena de inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión, oficio o cargo por un periodo de tres a seis años.
Si un señor al que lo habían retirado el carnet de conducir en España por acumulación de sanciones y que iba conduciendo a alta velocidad por una vía en pésimas condiciones, no ha incurrido en una imprudencia grave, ¡que venga su Dios y lo vea, señora Aguirre!