La libertad

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Miguel de Cervantes

miércoles, 2 de mayo de 2012

133º aniversario del PSOE

Pablo Iglesias
A una de esas reuniones, el 2 de mayo de 1879, asistieron, convocados ya por una comisión organizadora, para dar un nuevo paso y “fundar un partido que se denominaría Socialista Obrero, y cuya política se separaría de la que hacen los demás partidos burgueses, desde el más avanzado al más retrógrado” …
El principal acuerdo de esa reunión fue constituir una comisión compuesta por Iglesias, Ocina, Calderón, Jaime Vera y Zubiaurre, encargada de “redactar un proyecto de programa y bases para la organización de los trabajadores que a él se adhiriesen, hasta tanto que un periodo de mayor libertad hiciera públicos nuestros trabajos y un congreso obrero los ratificase o enmendase, con arreglo al mandato que recibiera de los trabajadores”…

Para cumplir este mandato, casi tres meses más tarde, el 20 de julio de 1879, se reúne el Grupo Socialista Madrileño y aprueba lo que sería el primer Programa del Partido Socialista Obrero Español.

En dicho programa se define lo que en aquellos tiempos históricos era la aspiración máxima de los socialistas: La abolición de clases, es decir, la emancipación completa de los trabajadores. La transformación de la propiedad individual en propiedad social o de la sociedad entera. La posesión del poder político por la clase trabajadora.

Y como medios inmediatos para acercarnos a la realización de ese ideal, se proponían los siguientes:
Libertades políticas. Derecho de coalición o legalidad de las huelgas. Reducción de las horas. Prohibición del trabajo de los niños menores de nueve años, y de todo trabajo poco higiénico o contrario a las buenas costumbres, para las mujeres. Leyes protectoras de la vida y de la salud de los trabajadores. Creación de comisiones de vigilancia, elegidas por los obreros, que visitarán las habitaciones en que éstos vivan, las minas, las fábricas y los talleres. Protección a las cajas de socorros mutuos y pensiones a los inválidos del trabajo. Reglamento del trabajo de las prisiones. Creación de escuelas gratuitas para la primera y segunda enseñanza y de escuelas profesionales, en cuyos establecimientos la instrucción y educación sean laicas. Justicia gratuita y jurado para todos los delitos. Servicio de las armas obligatorio y universal y milicia popular. Reformas de las leyes de inquilinato y desahucios y de todas aquellas que tiendan directamente a lesionar los intereses de la clase trabajadora. Adquisición por el Estado de todos los medios de transporte y de circulación, así como de las minas, bosques, etc., etc., y concesión de los servicios de estas propiedades a las asociaciones obreras constituidas o que se constituyan al efecto. Y todos aquellos medios que el Partido Socialista Obrero Español acuerde según las necesidades de los tiempos.

Han pasado 133 años, y el lenguaje y muchos de los postulados que en aquel programa se recogían, nos pueden sonar, en principio, trasnochados.
Pero si hacemos una lectura más reposada y atenta, veremos cuán vigentes están aún hoy en día muchas de sus propuestas, ante el evidente retroceso en libertades y derechos que vemos se está produciendo desde la llegada del PP al gobierno de este país.
Tengo para mí la sensación, cada vez más cierta, de que muchos de los actuales dirigentes de este Partido más que centenario -mí Partido- hace mucho que no le dan un repaso a los documentos de nuestra historia, e incluso tengo a veces la duda de si los han leído alguna vez.
Y deberían hacerlo. Porque tengo yo la sensación de que una de las causas, sino la principal, por la que hemos perdido el apoyo de muchos trabajadores y trabajadoras, ha sido el haber perdido de vista para quién y para qué queremos gobernar, es decir, para qué queremos la posesión del poder político, tal y como se decía en aquel primer programa del PSOE.

La derecha de este país, se está demostrando nítidamente con las medidas que va tomando el PP desde la llegada al gobierno, tiene muy claras estas dos cuestiones: para quién y para qué gobiernan. Lo hace para las clases más pudientes, para los que se pueden pagar los servicios educativos o sanitarios, para los que no necesitan el transporte público, para los que pueden pagar una madre de alquiler, para los que pueden llevar a sus hijas o a sus mujeres a abortar a Londres, para los que tienen sus capitales en los paraísos fiscales, para los que tienen asegurada su jubilación mediante contratos blindados, para los que si tienen que salir de España lo hacen como turistas o como dirigentes de multinacionales y no como emigrantes en busca de trabajo, en resumen, para aquellos que no necesitan del Estado para seguir adelante.
Por eso, no les importa cargarse la sanidad y la educación pública, o excluir de estos servicios a los inmigrantes; no les importa deteriorar hasta donde haga falta el sistema de pensiones; no les tiembla la mano al desregular hasta la extinción todo el sistema de protección de los trabajadores ante los despidos abusivos y arbitrarios, o las bajadas de sueldo indiscriminadas y sin motivo; ni se les cae la cara de vergüenza al permitir, mediante una amnistía fiscal encubierta, que los evasores y defraudadores de impuestos blanqueen sus euros mediante una “mísera” sanción del 10%.

Se escucha con demasiada frecuencia a algunos dirigentes de mi Partido afirmar, tanto en conversaciones privadas como en medios de comunicación, que “el PP y Rajoy están desbordados por la situación y que gobiernan a golpe improvisación” ¡Y un cuerno!
En mi humilde opinión, de improvisación ¡nada de nada! Lo que el gobierno de la derecha está haciendo, y va a seguir haciendo si no lo paramos es, aprovechando el fantasma y la amenaza de “la crisis” que tiene a la ciudadanía “acojonada”, cargarse el estado de bienestar y de protección social que se había ido construyendo en Europa desde el final de la segunda guerra mundial, y que fue el fruto de un pacto entra la clase trabajadora y el capitalismo. Mediante este pacto, la clase trabajadora renunció a muchas de sus principales reivindicaciones (la posesión de los bienes de producción) a cambio de que el Estado cubriera de forma justa sus necesidades de educación, sanidad y pensiones, obteniendo los recursos para dichos servicios de un sistema progresivo de impuestos mediante el cual los que más tienen, más pagan, lo que convierte al sistema impositivo en la forma más justa de redistribución de la riqueza de una sociedad.

Y mientras esto que para mí está meridianamente claro está siendo ejecutado de forma programada y sistemática por el Partido Popular, respondiendo así a las demandas de aquellos a los que de verdad representa este partido, aunque por desgracia, o por culpa del PSOE, muchos trabajadores también le votaron el 20-N, ¿qué hacen los dirigentes de mi Partido?
Pues principalmente, y casi de forma exclusiva, insistir, dale que dale, con que Rajoy miente y engaña a los ciudadanos, porque no hace lo que dijo en su programa, o porque hace lo contrario de lo que decía hace unos meses. Y, evidentemente, hacen bien en decir esto e insistir en ello porque, en un sistema parlamentario y democrático, esta es una de las misiones de la oposición. Y parece que este mensaje ha calado en los ciudadanos; y las encuestas y estudios de opinión así lo demuestran al recoger la gran caída del voto del PP (hasta el 6 % en algunos casos) y la mala opinión que la ciudadanía tiene del gobierno (hasta el 70 % opina que lo está haciendo mal o muy mal).
Pero, y aquí está el quid de la cuestión, a pesar de esta mala opinión del gobierno de derechas y de la pérdida de votos del mismo, ¡el PSOE pierde también casi 2 punto porcentuales!
No he leído ni oído ni un solo análisis medianamente crítico sobre esta cuestión de ninguno de los dirigentes de mi Partido, tanto de ámbito nacional como autonómico y, mucho menos, provincial.

Me da a mí el pálpito de que muchos ciudadanos de este sufrido país, esos que ya están hartos de las medidas de este gobierno y de sus constantes mentiras y engaños, que según las encuestas son cada vez más, y que salen un día sí y otro también a protestar a calles y plazas del solar patrio, se preguntan, y el PSOE ¿qué haría?
Y esta es la clave. El PSOE -y primero sus dirigentes- tiene que entender que si quiere volver a ganar algún día las elecciones para poder cambiar el rumbo de este despropósito, debe en primer lugar asumir responsabilidades; en segundo lugar realizar una renovación total de unos dirigentes que están totalmente implicados en las responsabilidades de los últimos ocho años de gobierno; cambiar su funcionamiento interno haciéndolo más democrático y participativo; acercarse a las cada vez más amplias capas de población que se han alejado de la acción política hasta tal extremo que consideran a los políticos y a la política como el tercer problema de este país.
Y simultáneamente a todo este proceso de renovación y cambio, este Partido debe tener claro que tiene que construir un programa de gobierno para la clase trabajadora que, aunque no es la misma que hace 130 años, sigue necesitando igualmente que el PSOE los represente y los defienda.

El PSOE debe gobernar para los que sí necesitan al Estado; para los que necesitan y quieren una escuela pública de calidad, laica, que forme a personas críticas y responsables y que siga siendo un instrumento para superar las desigualdades sociales; para los que necesitan de una buena sanidad pública, un saneado régimen de pensiones, un desarrollo y aplicación urgente de la ley de dependencia; para que los trabajadores y las trabajadoras de este país no estén inermes ante el empresario; para que el sistema impositivo sea más justo y pague más el que más gana y el que más tiene; para que los insolidarios que defraudan a hacienda, es decir a todos, paguen lo que deben y si es preciso vayan a la cárcel.

El PSOE, y la izquierda en general, deben tener muy claro que si el capitalismo rompe el pacto que supuso la construcción del estado de bienestar y destruye los mecanismos que permitían repartir con los trabajadores los beneficios del mismo, habrán hecho retroceder a la sociedad europea a los años 30 del siglo pasado. Y, consecuentemente con esa situación, los trabajadores y las trabajadoras de estos primeros años del siglo XXI deberemos volver a reivindicar y a luchar por todo aquello a lo que renunciamos en aquel pacto social, incluida la propiedad de los instrumentos productivos.
Y para esa lucha, unos sindicatos fuertes y respetados son tan necesarios como los mismos partidos de izquierdas. Así que dejémonos de paños calientes y comencemos a llamar a las cosas por su nombre, y decirles a los ciudadanos la verdad.
La derecha sabe muy bien lo que hace, y tienen muy claro que el capital no quiere asumir la parte que les corresponde en el estado de bienestar.
La lucha de clases ni es una antigualla ni, por desgracia, podemos prescindir de ella.

6 comentarios:

  1. Gracias José Ramón, Muy bueno. Lo comparto!
    Josegabriel

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  2. Por fin. Un poco de lucidez

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  3. "lucha de clases", "capitalismo", "clase trabajadora" ¡Estás más antigüo y pasado de moda que el twist! ¡Jubílate también de la política!

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  4. ¿Pasado de moda? ¡Y un huevo! Los capitalistas siguen exprimiendo a los trabajadores igual que hace 100 años, y lo seguirán haciendo mientras los trabajadores no espabilemos y nos demos cuenta que tenemos que estar organizados. ¡La lucha de clases sigue activa! Y bien claro lo tienen los dirigentes de la derecha, nada más que escuchar a doña esperanza Aguirre manifestando su deseo de que los sindicatos desaparezcan, como lo hizo el muro de Berlín. El día que eso ocurra, jodidos estaremos!

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