Acongojados por lo terrible y escalofriante de los casos, espoleados por los medios de comunicación, y animados por aquellos que consideran que cualquier tema sirve para atacar y criticar al gobierno de turno, estamos de nuevo exigiendo que se endurezcan las penas de la ley del menor, que se modifique la edad penal, que se establezca la cadena perpetua o la pena de muerte, etc.
Seguro que algún "partido" en la oposición, o "gobierno del PP de alguna CC AA", propone hacer "asesor" o "director general de algo" al padre/madre/familiar de la nueva víctima, ........
Y de nuevo estaremos cometiendo un tremendo error.
Al fundador de los Jesuitas, Ignacio de Loyola, se le atribuye una frase que nos debería hacer pensar: "en tiempos de tribulación, no hacer mudanza".
Legislar acongojados y a la salida de los cementerios ha sido, y será siempre, un mal método.
A este respecto, mi siempre admirado y añorado Jesús Quijano, escribe en el Diario Palentino de hoy, en su habitual espacio de UN MINUTO MÍO, un artículo que reproduzco íntegramente, pues no soy capaz de encontrarlo en la edición digital.
Menores y violencia
El caso de la niña de Seseña, presuntamente agredida por una compañera de clase y arrojada a un pozo con resultado de muerte, habrá conmocionado hasta el límite a muchas personas. Es probable que el cúmulo de circunstancias que concurren en el suceso, difícilmente superables en cuanto a gravedad, contribuyan a ello: que una muchacha de 14 años, una niña al fin y al cabo, agreda a una compañera de clase de su mismo pueblo, de 13 años, sea o no en pelea recíproca, la arroje a un pozo malherida, se vaya a su casa, viva durante unos días con los hechos en la cabeza, resista luego un largo interrogatorio policial hasta confesar su autoría y, según las crónicas, no muestre síntomas de culpabilidad o abatimiento, son, sin duda, circunstancias impactantes para cualquiera. Por supuesto que habrá que esperar a que termine la investigación y todos los detalles estén suficientemente comprobados; pero lo trascendido hasta ahora en informaciones solventes y coincidentes ya es de por sí suficientemente sobrecogedor.
Vendrán ahora reacciones previsibles y habituales en estos casos, como ocurrió en otros. Reclamarán con toda seguridad endurecimiento legal, ahora en la legislación de menores, como antes en el Código Penal, o en el régimen penitenciario, o en el tratamiento de la violencia de género, también estos días de triste actualidad entre nosotros, etc., etc. Y convendrá reflexionar una vez más sobre el fondo y el trasfondo de acontecimientos de esta naturaleza. Porque más allá de lo repudiable que resulta hacer “discurso interesado” (“la mala costumbre de hacer política a la salida del cementerio” se ha dicho con agudeza estos días), habrá que preguntarse con seriedad si realmente hay un problema de insuficiencia legal en estos casos, o si la solución adecuada es siempre la de revisar las leyes para endurecerlas a golpe de caso concreto.
No seamos ingenuos ni simplistas. La legislación penal y penitenciaria española, para mayores y para menores, es reciente, moderna y homologable, si cabe, más rigurosa que la media europea, y funciona correctamente en la inmensa mayoría de los casos en que debe ser aplicada. Se ha reformado y actualizado con frecuencia; ahora mismo está en proceso de reforma el propio Código Penal. Detrás de una muchacha de 14 años que actúa como en el caso citado, lamentablemente, no hay un problema legislativo, como no hay un problema de endurecimiento de penas cuando el agresor de una mujer ha decidido de antemano quitarse de en medio a continuación de su crimen y le da igual que la condena establecida sea mayor o menor. Miremos al contexto en que todo esto ocurre, al entorno familiar y social, al bagaje cultural, a las reglas de convivencia, a los valores y principios morales y cívicos que transmitimos, a los modelos de referencia que alentamos. En fin, a todo lo que puede estar conformando el tipo de comportamiento de una joven de 14 años en la actualidad. Seguro que ahí encontraremos los verdaderos motivos de peocupación.
Vendrán ahora reacciones previsibles y habituales en estos casos, como ocurrió en otros. Reclamarán con toda seguridad endurecimiento legal, ahora en la legislación de menores, como antes en el Código Penal, o en el régimen penitenciario, o en el tratamiento de la violencia de género, también estos días de triste actualidad entre nosotros, etc., etc. Y convendrá reflexionar una vez más sobre el fondo y el trasfondo de acontecimientos de esta naturaleza. Porque más allá de lo repudiable que resulta hacer “discurso interesado” (“la mala costumbre de hacer política a la salida del cementerio” se ha dicho con agudeza estos días), habrá que preguntarse con seriedad si realmente hay un problema de insuficiencia legal en estos casos, o si la solución adecuada es siempre la de revisar las leyes para endurecerlas a golpe de caso concreto.
No seamos ingenuos ni simplistas. La legislación penal y penitenciaria española, para mayores y para menores, es reciente, moderna y homologable, si cabe, más rigurosa que la media europea, y funciona correctamente en la inmensa mayoría de los casos en que debe ser aplicada. Se ha reformado y actualizado con frecuencia; ahora mismo está en proceso de reforma el propio Código Penal. Detrás de una muchacha de 14 años que actúa como en el caso citado, lamentablemente, no hay un problema legislativo, como no hay un problema de endurecimiento de penas cuando el agresor de una mujer ha decidido de antemano quitarse de en medio a continuación de su crimen y le da igual que la condena establecida sea mayor o menor. Miremos al contexto en que todo esto ocurre, al entorno familiar y social, al bagaje cultural, a las reglas de convivencia, a los valores y principios morales y cívicos que transmitimos, a los modelos de referencia que alentamos. En fin, a todo lo que puede estar conformando el tipo de comportamiento de una joven de 14 años en la actualidad. Seguro que ahí encontraremos los verdaderos motivos de peocupación.
En la misma línea es aconsejable leer el artículo de Pedro de Hoyos, publicado así mismo en el Diario Palentino del día 9:
¿Reformar la ley del menor?
Leer todo el artículo aquí.
no hay nada mas repugnante que aprovechar el dolor de una familia para hacer demagogia barata
ResponderEliminarlo del PP nombrando asesodor al padre de la niña asesinada es una autentica verguenza y me produce asco
Chuchi como simpre dando en el clavo
ResponderEliminar