Benedicto XVI |
"Me ha causado un cierto estupor saber que se han colocado cientos de confesionarios en el parque del Retiro de Madrid con motivo de la visita del papa Benedicto XVI.
Es el mismo estupor que me causaban los confesionarios colocados en las fábricas de Polonia por el sindicalista Lech Walesa. Son esos confesionarios los que, con razón, indignan a los indignados, mientras a ellos tratan de impedirles que confiesen su indignación.
El Papa, que tendría que encarnar la figura de Pedro, el pobre pescador de Galilea, como obispo de Roma, debería recordar al viajar a Madrid que el apóstol llegó a Roma perseguido y que fue crucificado como el Maestro. No tuvo honores de jefe de Estado, ni salvas de cañón, ni papamóvil, ni fue escoltado por los guardias romanos; y fue enterrado al morir en un cementerio común. El Vaticano se construyó más tarde, y sobre él pesa un rosario de pecados.
No sé de qué se confesarán los miles de jóvenes que se arrodillarán en los confesionarios improvisados del Retiro, aunque puedo imaginármelo, ya que la Iglesia inyecta en los jóvenes católicos la obsesión por el sexo más que por la justicia o por la libertad. Pero sí sé, por haberlo vivido de cerca, los pecados de los que el Papa y sus seguidores vaticanos, recibidos con honores de reyes con un presupuesto de millones de euros pagados por los españoles en crisis, podrían y deberían confesar." ....... Continuar leyendo .......
El artículo no tiene desperdicio. Estoy totalmente de acuerdo. La Iglesia solo puede subsistir si sigue habiendo miseria, angustia y sufrimiento. Por eso no busca la felicidad.
ResponderEliminar¡Y acuérdate de Haití!