Conozco a Jesús desde hace muchos, quizá ya demasiados, años; y trabajé con él de forma muy cercana durante ocho de ellos, como secretario de organización del PSOE de Castilla y León, mientras el desempeñaba los cargos de Vicesecretario General y Secretario General de dicha organización.
En esos años aprendí de él y con él, mucho y bueno. Pero de todo lo que aprendí quiero en estos momentos destacar su capacidad de diálogo y de discusión, sin mantener nunca posicionamientos de partida inamovibles.
Siendo como es una de las personas que yo he tratado en mi vida que más claras y fuertes tiene sus convicciones políticas, es a pesar de ello, o quizá precisamente por ello, el más flexible, abierto, y dispuesto al diálogo y al acuerdo que he conocido.
En estos momentos en que la crispación política es el pan nuestro de cada día y la "clase política", los "tertulianos" y, podríamos decir, que "todo quisque" se despacha en todo momento y lugar con sentencias definitivas e inamovibles, con principios y posturas irreconciliables; cuando todo el mundo acude a los debates y reuniones para acordar algo con posiciones y posturas preconcebidas, y sin ningún ánimo de modificarlas, considero de sumo interés la lectura de la columna que Jesús firma hoy en el Diario Palentino.
Aunque el asunto que trata se refiere al tema concreto de los "toros", creo personalmente que la filosofía que del mismo se desprende es de aplicación a muchos ámbitos de nuestra crispada vida política. Sobre todo el final del mismo: "Dicho de otro modo, o recuperamos algo de tolerancia, o cada vez seremos una sociedad más dividida en la que no se pueda discutir serenamente de casi nada. Ni siquiera de toros."
A continuación reproduzco íntegramente el artículo, del que recomiendo encarecidamente su atenta lectura:
"El asunto de los toros"
UN MINUTO MÍO. Jesús Quijano. Diario Palentino, 14.03.2010
Quede claro que yo no me tengo por partidario acérrimo de ninguna de las dos posiciones que cada vez con más nitidez se dibujan en torno a la cosa taurina. No sé si será porque en mi tierra (que es casi el norte de Palencia) la afición no está prendida como en otros lugares de la Región, o porque no he frecuentado demasiado los cosos, pero lo cierto es que no me considero un aficionado clásico, ni tampoco un detractor ferviente. Asumo de buena fe que unos vean arte y estética donde otros sólo ven barbarie y sufrimiento. Algo habrá de lo primero cuando tanto literato, pintor, escultor, etc., han hecho de los toros motivo preferente de su obra; y algo habrá de lo segundo cuando el animal sale a la plaza vivo y lo retiran muerto, y no precisamente de muerte natural. Supongo también que ambos bandos debieran aceptar límites recíprocos a sus posiciones: ni convendría que los favorables se tengan por defensores de una seña de identidad patria, ni que los contrarios lleguen a percibir más el dolor de un animal que el dolor de un hombre.
Dicho esto, aprecio en lo que vale la iniciativa del parlamento catalán de propiciar un debate plural; no olvidemos que es el resultado de una iniciativa legislativa popular para la que han tenido que reunirse muchas firmas, lo que quiere decir que las hay. Y aprecio menos la iniciativa de declarar la «fiesta nacional» (??) como bien de interés cultural, pretendiendo con ello marcar una frontera política perfectamente absurda. No soy partidario, en relación con este espectáculo, de prohibir por mandato legal ni de apoyar por designio institucional. Habrá de ser la sociedad, y la libre opción de los ciudadanos, quien marque la pauta del futuro y quien dictamine sobre la sostenibilidad del evento, sin asociarlo a una esencia determinada. Tan mal me parece que haya que ser «taurino» como requisito para ser español (y hay quien lo piensa y lo practica), como que todo «taurino» sea un ser abyecto, incivil y cruel (y hay quien lo piensa y lo dice).
Porque lo que más me preocupa es esto: la tendencia, cada vez más extendida y en más cuestiones, a partir de una posición preestablecida que no permite considerar siquiera la posición contraria; esa actitud que lleva a descalificar de plano la discrepancia, o la opinión, o la propuesta que no se acomoda a nuestro criterio, o a nuestro interés, o a nuestra preferencia, antes incluso de haberla analizado. Dicho de otro modo, o recuperamos algo de tolerancia, o cada vez seremos una sociedad más dividida en la que no se pueda discutir serenamente de casi nada. Ni siquiera de toros.
Quede claro que yo no me tengo por partidario acérrimo de ninguna de las dos posiciones que cada vez con más nitidez se dibujan en torno a la cosa taurina. No sé si será porque en mi tierra (que es casi el norte de Palencia) la afición no está prendida como en otros lugares de la Región, o porque no he frecuentado demasiado los cosos, pero lo cierto es que no me considero un aficionado clásico, ni tampoco un detractor ferviente. Asumo de buena fe que unos vean arte y estética donde otros sólo ven barbarie y sufrimiento. Algo habrá de lo primero cuando tanto literato, pintor, escultor, etc., han hecho de los toros motivo preferente de su obra; y algo habrá de lo segundo cuando el animal sale a la plaza vivo y lo retiran muerto, y no precisamente de muerte natural. Supongo también que ambos bandos debieran aceptar límites recíprocos a sus posiciones: ni convendría que los favorables se tengan por defensores de una seña de identidad patria, ni que los contrarios lleguen a percibir más el dolor de un animal que el dolor de un hombre.
Dicho esto, aprecio en lo que vale la iniciativa del parlamento catalán de propiciar un debate plural; no olvidemos que es el resultado de una iniciativa legislativa popular para la que han tenido que reunirse muchas firmas, lo que quiere decir que las hay. Y aprecio menos la iniciativa de declarar la «fiesta nacional» (??) como bien de interés cultural, pretendiendo con ello marcar una frontera política perfectamente absurda. No soy partidario, en relación con este espectáculo, de prohibir por mandato legal ni de apoyar por designio institucional. Habrá de ser la sociedad, y la libre opción de los ciudadanos, quien marque la pauta del futuro y quien dictamine sobre la sostenibilidad del evento, sin asociarlo a una esencia determinada. Tan mal me parece que haya que ser «taurino» como requisito para ser español (y hay quien lo piensa y lo practica), como que todo «taurino» sea un ser abyecto, incivil y cruel (y hay quien lo piensa y lo dice).
Porque lo que más me preocupa es esto: la tendencia, cada vez más extendida y en más cuestiones, a partir de una posición preestablecida que no permite considerar siquiera la posición contraria; esa actitud que lleva a descalificar de plano la discrepancia, o la opinión, o la propuesta que no se acomoda a nuestro criterio, o a nuestro interés, o a nuestra preferencia, antes incluso de haberla analizado. Dicho de otro modo, o recuperamos algo de tolerancia, o cada vez seremos una sociedad más dividida en la que no se pueda discutir serenamente de casi nada. Ni siquiera de toros.
¡Cómo se nota la falta de personas con este "talante"! Aunque la palabra este algo devaluada.
ResponderEliminarNo soy de los que creen que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero personas como Jesús Quijano, de su "talante" (y no pienso que la palabra esté devaluada) y de su capacidad de diálogo y acuerdo, son muy necesarias en estos momentos de crispación social y política que vivimos.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo en que solo las personas que tienen claras sus ides y convicciones políticas, son capaces de ceder y llegar a acuerdos. Los que no las tienen tan firmes y claras, necesitan mantenerlas sin fisuras.
Lagunilla, fuera del poder hace frio, ¡eh! Se te nota demasiado que echas de menos mandar y chupar del bote. Pues jódete, que se te acabó el chollo.
ResponderEliminarPues haber si aprendes.
ResponderEliminarAnónimo, digo yo que será "a ver", no "haber", ¿no?
ResponderEliminarPara Anónimo de las 19:08. ¿Cómo lo has notado? ¡Estoy deseando volver a mandar y chupar del bote!
ResponderEliminarY yo que creía que no se me notaba nada. Tienes mucha intuición.
Pues bien lo intentaste cuando dejó la secretaría provincial Heliodoro, que fuiste a tocar a todos los socialistas de tu época. Menudo tour te hiciste.
ResponderEliminarComo muy bien sabes ni siquiera era delegado en ese Congreso. Solamente estuve en Saldaña y si quieres informarte sabrás que les propuse que eran los delegados los que deberían gestar una alternativa distinta para una nueva forma de funcionamiento del partido en Palencia.
ResponderEliminarSi qieres enterarte verás que dejé "muy claro" que yo no estaba por la labor.
Por cierto, tal y como han salido las cosas y como están funcionando con esta ejecutiva, lo volvería a hacer.