Este año 2009 se cumplen 200 años del nacimiento de Charles Robert Darwin (12 de febrero de 1089-19 de abril de 1882), y 150 años de la publicación de su más famoso y trascendental libro "El origen de las especies mediante la selección natural o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida", más conocido por el título resumido "El origen de las especies".
A pesar del amplísimo consenso que existe entre la comunidad científica sobre que la "Teoría de la evolución", con las matizaciones y mejoras introducidas a lo largo de estos años por numerosos investigadores, es la mejor explicación sobre el origen de las especies, en algunos ambientes fundamentalistas en el ámbito de las religiones monoteístas (cristianismo, judaísmo e islamismo, principalmente), se sigue discutiendo sobre la misma. En los últimos tiempos, ante la dificultad intelectual de defender el creacionismo descrito en los "libros sagrados", ha surgido con fuerza la teoría del "diseño inteligente".
A este respecto, me parecen interesantes estas dos viñetas del genial Forges en EL PAÍS. La primera publicada el 22 de febrero pasado, y la segunda én la edición de hoy, 29 de abril.
En elmismo sentido, el artículo que con el título "La perplejidad de Darwin" publica en el mismo periódico Gonzalo Pontón, me parece sumamente ilustrativo y agudo:
La perplejidad de Darwin
Por Gonzalo Pontón
"Durante los próximos meses asistiremos a la publicación de varias ediciones conmemorativas de los 150 años de El origen de las especies, que se dio a las prensas cuando su autor, Charles Darwin, iba a cumplir 50. Es justo que sea así. De la carismática trinidad progre (Darwin, Marx, Freud), ninguno ha podido derrotar al tiempo como el primero.
Aunque quedan algunos detalles por ajustar que no afectan a su esencia, la teoría de la evolución ha sido verificada hasta la saciedad desde el registro fósil a la genómica comparativa, y hoy es un hecho científico tan indiscutible como la existencia de los átomos o la de los agujeros negros. Indiscutible, pero no indiscutido. Las Iglesias cristianas, judías y musulmanas no pueden aceptar la teoría de la evolución porque, según sus libros santos, un dios primordial omnipotente y omnisciente lo creó todo en seis días (o en seis mil millones de años, que en lo de la cronología los clérigos más espabilados se apuntan a la metáfora).
Acuciados por los descubrimientos científicos que han ido desmontando, pieza a pieza, la narración del Génesis y todos los mitos de creación existentes, ciertos fundamentalistas religiosos han propuesto, como explicación "científica" alternativa a la evolución, la existencia de un diseñador inteligente, en un remake de la vieja narración bíblica, pero sustituyendo al Anciano de los Días por, digamos, un Enric Satué o un Alberto Corazón todopoderosos.
La teoría de Darwin se asienta en cuatro pilares fundamentales: la evolución, el gradualismo (con las matizaciones de Stephen Jay Gould y Niles Eldredge), la especialización y la selección natural."
Continuar leyendo el artículo completo en EL PAÍS.
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