En el BOE del pasado 24 de febrero se ha publicado la Resolución de 11 de febrero de 2015, de la Dirección General de Evaluación y
Cooperación Territorial, por la que se publica el currículo de la enseñanza de
Religión Católica de la Educación Primaria y de la Educación Secundaria
Obligatoria.
En el preámbulo de la misma se explican los argumentos legales que la justifican, y finaliza con el siguiente párrafo: "De acuerdo con los preceptos indicados, la Conferencia Episcopal Española ha
determinado los currículos de la enseñanza de la religión católica para la Educación
Primaria y la Educación Secundaria Obligatoria.
En su virtud, a propuesta de la Conferencia Episcopal Española."
¿Alguien se puede ahora extrañar o escandalizar por esta resolución? Nadie en absoluto. La misma es consecuencia lógica de dos cuerpos legales: la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad
educativa (LOMCE) y el Acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede sobre enseñanza y asuntos culturales, ratificado en la Ciudad del Vaticano el 3 de de 1979, escasamente un mes después de que el pueblo español aprobase la Constitución en referéndum.
Han pasado más de 36 años y ningún gobierno democrático de este país ha sido capaz de denunciar los citados acuerdos, que conceden a una confesión religiosa el anacrónico privilegio de nombrar y cesar a los profesores de una materia curricular de las enseñanzas obligatorias, además de establecer sus contenidos, métodos y evaluaciones.
Durante algunos años, y bajo gobiernos del PSOE, se hicieron tímidos intentos de minimizar o limitar estos privilegios, estableciendo que, al menos, las calificaciones de la mal llamada "asignatura" de Religión, no computaran para las notas medias y a la hora de las repeticiones de curso. Así mismo se estableció que los alumnos que no cursaran religión, no tuvieran que cursar una materia alternativa.
La llegada del PP al poder con mayoría absoluta en el año 2011, propició la tramitación y aprobación de la LOMCE, con las consecuencias que ahora nos extrañan en lo referido a esta cuestión. Para mayor aberración, en esta norma legal se suprime la asignatura de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos, y se sustituye, como alternativa a la religión confesional, por unos descafeinados Valores Sociales y Cívicos
en Primaria y Valores Éticos en ESO.
Por eso ahora nadie puede llamarse a engaño. Esta resolución del día 24 de febrero, es la consecuencia legal de la LOMCE. Y la Iglesia Católica, igual que haría cualquier otra confesión religiosa, se aprovecha de la situación.
La única solución que existe para que de una vez por todas se cumpla lo que nuestra Constitución establece en su artículo 16.3: "Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.", es la denuncia de los Acuerdos con la Santa Sede.
Nadie con un mínimo de criterio puede sostener que el contenido de los citados Acuerdos sean una forma coherente y constitucional de "mantener relaciones de cooperación con la Iglesia Católica".
Perlitas del currículo de Religión:
ResponderEliminarObjetivos a alcanzar por el alumno:
Enumera los cuidados que recibe como don de Dios
Expresa (...) la gratitud a Dios por su amistad
Reconoce con asombro (...) el origen divino del cosmos y distingue que no proviene del caos o el azar
Comprende y respeta el significado bíblico de la afirmación ‘hombre y mujer los creó
Entre los criterios de evaluación se cita el de reconocer "la incapacidad de la persona para ser feliz por sí misma"
¿Qué será lo próximo? Seguir fielmente las 999 tenebrosas máximas de Camino del 'marqués' de Peralta, el majadero de Barbastro, ese que decía: "Agradece, como un favor muy especial, ese santo aborrecimiento que sientes por ti mismo”. ¡Qué espanto! ¿Por qué debería uno aborrecerse a sí mismo? o “Bendito sea el dolor. Amado sea el dolor”.
No es de extrañar teniendo como ministro del Interior un miembro del Opus Dei que se encomienda a la Virgen, ya sea para acabar con el paro o ya sea para reducir la delincuencia, mientras reparte estampitas de la Virgen.
El defenestrado Tomás Gómez -no sé si sería bueno o pésimo, no entiendo de rifirrafes en el PSOE- dijo una vez que había que evitar por ley que miembros de esa prelatura ocuparan puestos de gobierno. Muchos lo tomaron como una boutade, pero viendo el cariz que toman algunos planteamientos temo que habría que minimizar al máximo las consecuencias devastadoras que se derivan de organizaciones sectarias que pueden resultar severamente nocivas y peligrosas. Y conste que creo que el adoctrinamiento no debe existir en ningún sentido, y respeto, por supuesto, la libertad de culto, pero a veces se rozan unos límites que resulta sobrecogedor.